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jueves, 22 de mayo de 2014

Escribir




Para los pueblos indoeuropeos que se extendieron por Europa y parte de Asia hace unos 4.000 años, la raíz sker- se vinculaba con significados afines a las ideas de ‘cortar’, ‘separar’ y también ‘rascar’. En el norte de Europa surgió la palabra que terminó en el scar ‘cicatriz’ del inglés de hoy, mientras que en Roma se derivó hacia cicatrix, -icis, de donde nos viene cicatriz.


Cuando estos pueblos adquirieron la escritura, en algunas variantes indoeuropeas se derivó otra más reciente, skrïbh-, que, dio lugar a ‘marcar sobre una corteza, rascar, bosquejar’. En latín se formó scribere, inicialmente ‘marcar sobre una corteza’ y luego ‘bosquejar’, hasta que estos significados cedieron paso a ‘escribir’. Cicerón, Horacio y Ovidio ya empleaban scribere con un significado muy semejante 'escribir', pero sin que se hubiera perdido totalmente la denotación de ‘marcar’. En efecto, Quintiliano, ya a fines del siglo I d. C. usaba scribere stigmata fugitivo para expresar ‘marcar con hierro a un esclavo fugitivo’.



La escritura es, pues, etimológicamente, una cicatriz que dejamos sobre el papel y nombre tiene una historia que es mucho más antigua que ella misma.

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